“Vuestras vidas son apenas un
suspiro para nosotros, tan breves como puede serlo para vosotros la existencia
de una pequeña mariposa. Pero una mariposa puede contener en sí misma la
expresión de toda la belleza del mundo. “Laura Gallego, El coleccionista de relojes extraordinarios.
Estas palabras las dice un ser
inmortal. Algo que nació al mismo tiempo que el universo y por tanto existe,
pues no vive al no poder morir, al margen de todas sus leyes. He leído por lo
menos 15 veces ese libro. Y no puedo dejar de pensar que lo entiendo. Entiendo
que los dioses quieran morir. Porque cuando yo no esté aquí, no sé si alguien
me recordará o no pero sé que habré vivido siendo consciente de que hay un
final. El tema de mi reflexión no es la existencia de un dios o dioses. En este
libro los dioses quieren morir. Y envidian a los mortales por vivir sabiendo
que todo se acaba. Porque, por expresarlo en términos llanos, ¿cuál es la
gracia de estar vivo si vas a estar así para siempre? Somos efímeros y eso es
parte de nuestro encanto. “Whowants to liveforever?” decía Mercury. ¿Quién
quiere vivir para siempre si vas a ver morir a todos a tu alrededor?
En este libro hay un dios que se
enamora de un humano, pero creo que no es más que una manera de decir que
perdió la cabeza por la mortalidad. Porque todo pierde intensidad sin un final.
Yo hace poco lloré mucho. Muchísimo, por algo que según todo el mundo no
merecía la pena. Sin embargo, hay algo trascendental en llorar por algo que te
ha hecho feliz y se ha terminado. Creo que de igual modo pasa con la vida. Es
necesario que tenga un final para que tenga sentido aunque no es el final el
que le da sentido a la vida. Es una oración ciertamente confusa pero lo que
quiero decir es que si bien el sentido de la vida es algo que sólo puede
determinar cada individuo, ese sentido o propósito perdería intensidad si no
tuviese un final a la vista. Conclusión, los dioses quieren ser mortales.
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