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martes, 21 de junio de 2016

Los dioses quieren morir, escrito por Adler

“Vuestras vidas son apenas un suspiro para nosotros, tan breves como puede serlo para vosotros la existencia de una pequeña mariposa. Pero una mariposa puede contener en sí misma la expresión de toda la belleza del mundo. “Laura Gallego, El coleccionista de relojes extraordinarios.
Estas palabras las dice un ser inmortal. Algo que nació al mismo tiempo que el universo y por tanto existe, pues no vive al no poder morir, al margen de todas sus leyes. He leído por lo menos 15 veces ese libro. Y no puedo dejar de pensar que lo entiendo. Entiendo que los dioses quieran morir. Porque cuando yo no esté aquí, no sé si alguien me recordará o no pero sé que habré vivido siendo consciente de que hay un final. El tema de mi reflexión no es la existencia de un dios o dioses. En este libro los dioses quieren morir. Y envidian a los mortales por vivir sabiendo que todo se acaba. Porque, por expresarlo en términos llanos, ¿cuál es la gracia de estar vivo si vas a estar así para siempre? Somos efímeros y eso es parte de nuestro encanto. “Whowants to liveforever?” decía Mercury. ¿Quién quiere vivir para siempre si vas a ver morir a todos a tu alrededor?

En este libro hay un dios que se enamora de un humano, pero creo que no es más que una manera de decir que perdió la cabeza por la mortalidad. Porque todo pierde intensidad sin un final. Yo hace poco lloré mucho. Muchísimo, por algo que según todo el mundo no merecía la pena. Sin embargo, hay algo trascendental en llorar por algo que te ha hecho feliz y se ha terminado. Creo que de igual modo pasa con la vida. Es necesario que tenga un final para que tenga sentido aunque no es el final el que le da sentido a la vida. Es una oración ciertamente confusa pero lo que quiero decir es que si bien el sentido de la vida es algo que sólo puede determinar cada individuo, ese sentido o propósito perdería intensidad si no tuviese un final a la vista. Conclusión, los dioses quieren ser mortales.

martes, 7 de junio de 2016

Reflexión sobre la libertad de pensamiento, escrito por Colibrí


Artículo 18 de los Derechos Humanos
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.
Reflexión sobre su significado actual
Referido a lo estudiado este último tema, los derechos humanos son ejemplo de absolutismo moral, para el cual existen valores inquebrantables universalmente. Todos hemos oído desde pequeños que tenemos derechos pero también deberes, no podemos pretender ser más que nadie, pues nuestros derechos terminan donde empiezan los derechos de los demás. La teoría se la sabe todo el mundo, pero he elegido este artículo porque creo que realmente en esta sociedad, aunque se supone que tenemos libertad de pensamiento o creencias, debemos tener cuidado en cómo o dónde lo manifestamos, pues puede no ser bien recibido por la gente de alrededor. No todos pensamos igual, ni creemos en la misma fe, ni tenemos por mejor las mismas cosas, etc. sin embargo vivimos junto a millones de personas en el mismo mundo y debemos saber ser tolerantes y respetar a todas ellas sin ofenderlas ni perjudicarlas. Si nos remontamos a los primeros siglos de nuestra era podemos ver como las persecuciones de cristianos eran frecuentes por los judíos, en la Edad Media los judíos eran obligados a convertirse al cristianismo en muchos lugares  o yéndonos un poco más cerca, a la época nazi, vemos como Hitler se dedicaba a matar judíos. Estos son ejemplos de cómo a lo largo de los años muchas veces la humanidad no ha sabido convivir con otros distintos a ellos. Por estas y otras muchas situaciones creo que se escribió este artículo en concreto. Actualmente, parece que la situación es más llevadera para casi todos, sin embargo hay extremistas que siempre piensan que lo suyo es lo mejor y que los demás estamos equivocándonos, por ello nos intentan obligar a formar parte de sus creencias. Soy partidaria de que lo tuyo tienes que defenderlo como lo que más , pero siempre hay un límite que no puedes exceder, no es moral obligar a alguien a hacer algo que no quiere hacer. Tú, como persona, debes respetar al prójimo y saber valorarle por lo que es, ya que pienso que todos, seamos como seamos, estamos en el mundo para aportar algo bueno a los otros, pero nacemos como diamantes en bruto, y con los años debemos empezar a pulirnos.