En 1953, Katherine Watson (Julia Roberts) se traslada desde California al campus de la prestigiosa y estricta universidad de Wellesley en Nueva Inglaterra para enseñar historia del arte. En plena postguerra, Watson espera que sus estudiantes, las mejores y las más brillantes del país, aprovechen las oportunidades que se les presentan para emanciparse. Sin embargo, poco después de su llegada, descubre que la prestigiosa institución está anclada en la tradición y el conformismo. - FILMAFFINITY
La sociedad de 1953, está a un mundo de la nuestra ahora. No tenían ordenadores, ni redes sociales, ni smartphones, ni sitios de ocio llenos de tiendas y cines ni una vida social tan "bulliciosa" como las nuestras. Sin embargo, hay una cosa que si tenían. Entre todas aquellas personas, había una o dos que se cuestionaba las cosas y se atrevía a exponerlo. A no callarse. Por ejemplo, en el caso de la película, Katherine Watson al llegar a esta prestigiosa escuela, llega con el propósito de intentar enseñar a esas chicas. Y cuando me refiero a enseñar, no sólo me refiero a Historia del Arte, sino también a ciertos valores, como podrían ser cívicos, sociales y, principalmente, morales. Estas alumnas de Wellesley, aún siendo lo suficientemente afortunadas de recibir una educación en 1953, tenían algo en mente que resultaba de mucha más importancia y era casarse. Casarse, no divorciarse nunca jamás, vivir única y exclusivamente para su marido y a ser posible, formar una familia para que perdurara el apellido por los restos de los restos. Katherine, en cambio, en cuanto identifica esta manera de actuar, decide intervenir. Y, en mi opinión, lo hace como mejor puede hacer una profesora comprometida, y es interfiriendo en el entorno del que se rodean. De repente, deja de dar el temario según como se plantea en la Universidad, y recurre a métodos de enseñanza mucho menos tradicionales, pero mucho más efectivos. Hace que las chicas piensen por ellas mismas, que vivan el mundo a través de sus ojos y no a través de los ojos de la sociedad, y, por último pero no menos importante, que se cuestionen lo que hacen y se den cuenta de que su mundo no se acaba si a los veinte están sin un anillo de compromiso en el dedo. En definitiva, las saca de su burbuja y las orienta hacia un camino mucho más amplio.
Me parece que saca a la luz temas como el rol de las mujeres en los años 50 y como estaba tan definido. Como había que dedicarse exclusivamente a las tareas de la casa y al hombre. Afortunadamente, esto no ocurre hoy, pero, sin embargo, para haber avanzado mas de 50 años, sigue habiendo desigualdad de género en nuestra sociedad. Y eso lo vemos en nuestro día a día, empezando por la carta que escribió hace un par de meses Jennifer Lawrence cuando al filtrarse unos datos en internet, se enteró de que sus compañeros habían cobrado mas que ella en una de sus películas. ¡Incluso no hace falta irse tan lejos! Problemas así también ocurren entre personas de nuestra "calaña" . Sin embargo, en los años 50, probablemente había cuatro gatos manifestándose contra este tipo de cosas, pero, hoy en día contamos con multitud de campañas como puede ser la que fundó ONU Mujeres y potenció con su facilidad para el discurso Emma Watson, ( #HeForShe ) y programas de integración laboral. Dejando esto a un lado y volviendo a la película, considero que el papel que interpreta Julia Roberts, es absolutamente maravilloso y sin lugar a dudas, si yo alguna vez fuera profesora, me gustaría tener el impacto que tuvo ella en sus alumnas y hacerlo de la manera en que lo hizo ella.
Es una película que ya había visto anteriormente, y que, desde mi punto de vista, se puede ver varias veces y apreciarla y considerarla como la primera vez. Apuesta por la educación como forma de cambio, de fortalecimiento y de reflexión- y sin duda eso es una de las cosas que hacen de "La Sonrisa de Mona Lisa" una obra maestra.
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