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martes, 8 de agosto de 2017

El cruce


En ocasiones, la vida te sitúa ante ciertas disyuntivas difíciles de resolver con éxito. Ante ti, un camino bifurcado en dos alternativas antagónicas. La derecha, el deber, la trayectoria que marcaste al poco de empezar a andar; ascendente, pedregosa y directa a la cumbre. A la izquierda, la senda que fluye con la mansedumbre de un río que se funde en el mar; bordea la montaña, no llega al destino que tenías en mente desde el principio.
Si tus piernas se paralizan y los pies se clavan en el suelo sabes que es sólo una tregua temporal que se te concede mientras decides. En muy poco tiempo deberás avanzar en la dirección que hayas elegido.
Derecha o izquierda. Cumbres o llanuras. Sacrificio o  renuncia. La ladera que se eleva ante tu mirada indecisa te reta con las aristas rocosas que te magullarán en tu ascenso al cielo. La senda de arena cálida te seduce con la suavidad y sencillez que promete. El objetivo que traías marcado desde el inicio es duro como las piedras que lo forman, pero una vez alcanzado te permitirá anidar entre las nubes y contemplar amaneceres tan extensos como tu pequeña existencia humana. Por el contrario, el sendero que bordea el risco te llevará al otro lado sin sufrimiento... y sin gloria. A esa renuncia se le añade el desconocimiento de esta nueva alternativa, que no habías planeado. ¿No estará cortada traicioneramente a mitad de camino? La incertidumbre hace presa en tu mente y comienza la angustia.
Tus músculos llevan años preparándose para realizar la subida, te impulsan hacia la derecha. Tus huesos, rotos y recompuestos tantas veces con las caídas del camino, están cansados y tiran desesperadamente hacia la izquierda.
Cierra los ojos, funde tu conciencia, aclara tus deseos y despeja tus temores. Decide. Un paso al frente, un paso a la...

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