Dentro de 4 horas voy
a morir. Esas fueron las palabras que le vinieron a la cabeza nada más
despertarse. No eran palabras sin sentido.Tampoco tenían que ver con algo que
hubiera soñado. Era más que una sospecha o una premonición. Tenía la certeza de
que moriría en 4 horas exactamente. No sabía el cómo ni el porqué, pero desde
luego tenía claro el cuándo. ¿Qué haría
una persona normal en sus últimas 3 horas y 58 minutos de vida?,se
preguntaba. Vivir a lo grande, hacer como si no supiese nada, deprimirse y
esperar que todo ocurriese rápido… una infinidad de ideas pasó por su cabeza,
pero aun así, a 3 horas y 52 minutos de su muerte, no sabía exactamente qué
hacer con el resto de su vida. Miró el reloj. Marcaba las 13:40. Ya habían
pasado 10 minutos desde el comienzo de la cuenta atrás. ¿Por qué un domingo?, se preguntaba. Si todo esto le hubiese
ocurrido un día laborable, se habría levantado a las 6:30 y habría tenido 7
horas más para pensar en ello. No son lo mismo 4 horas que 11. Pero era domingo
y no había nada que hacer. La hora de su muerte estaba fijada a las 17:30 y
quedaban 3 horas 46 minutos. Decidió pensar en otra cosa, y en cuanto pudo dedicar
parte de sus pensamientos a otro tema, se dio cuenta de que necesitaba comer.¿Moriré de hambre?,se preguntaba. Sabía
que no iba a ser así, pero todas esas preguntas no eran más que un mero intento
de averiguar la causa de su muerte. En cualquier caso, no le serviría de nada,
ya tenía claro que su vida cesaría en 3 horas y 42 minutos. Habiendo aceptado
que no moriría de inanición, le pareció una buena opción comer algo. No le
gustaba la idea de abandonar este mundo con el estómago vacío. Optó por lo
fácil: un sándwich. Tampoco quería perder sus últimas horas cocinando.
Terminado el sándwich, a 3 horas y 31 minutos del final, pensó que lo mejor que
podía hacer con el tiempo restante era ayudar a otras personas. No creía en
ninguna religión, ni en el karma, ni en la reencarnación…aunque se lo estuvo
replanteando. ¿Y si no he estado en lo
cierto? ¿Y si de verdad existe algún tipo de dios o una vida en el más allá? Fuera
como fuese, lo que tenía claro era que en ninguna creencia, ni en el ateísmo o el
agnosticismo, las buenas acciones estaban mal vistas. Nadie me castigará por portarme bien con los demás. A 2 horas y 8
minutos de su muerte, había repartido más de 50 euros entre los mendigos, había
ayudado a un anciano a subir la compra a su casa, a una niña a encontrar a su
madre en un centro comercial y hasta había dado de comer a las palomas. Pensó
que con eso se sentiría a gusto yen calma. Pero aún sentía un vacío en su
interior. Había algo que le impedía morir en paz. Y entonces cayó en la cuenta.
A las 15:28 reparó en un importante detalle: tenía que despedirse de sus seres
queridos. Ni sus amigos, ni sus compañeros de trabajo… nadie sabía que iba a
morir ese mismo día. Ni siquiera su familia. Hacía meses que no se comunicaba
con ninguno de sus parientes. Sus hijos le guardaban rencor desde aquel
fatídico accidente. Yo conducía ese
coche, comprendo que me odien. Su hermano se había ido a vivir a otro país
y desde entonces apenas habían hablado. Sentía la necesidad de pedir perdón por
todos sus errores y de despedirse como
es debido de todas las personas a las que conocía, así que decidió escribir
cartas. Enviaría una a cada uno de sus familiares, otra a su oficina y llevaría
una consigo en el momento de su muerte para sus amigos más cercanos, con sus
nombres y teléfonos anotados, de forma que cuando se encontrase su cadáver, la
policía les hiciese llegar su contenido. Y a las 15:34, 1 hora y 56 minutos
antes de su muerte, se puso manos a la obra. Tardó bastante, tenía muchas cosas
que decir, pero finalmente, 24 minutos antes de morir, había terminado de
escribir. Ahora sólo queda morir,se
repetía en su interior. Pero a pesar de todo, a pesar de las buenas obras y de
haberse despedido adecuadamente, aún había algo que le impedía tener una muerte
tranquila. Y entonces volvió a cobrar importancia una idea que había estado en
segundo planotodo este tiempo. La causa. ¿Cuál
va a ser la causa de mi muerte? Esa pregunta gritaba en su interior, ahora
más fuerte que antes porque quedaban apenas 20 minutos para el fin. Pensó en
miles de posibilidades, descartó muchas de ellas.Pero aún quedaba una infinidad
de muertes horribles. Y a las 17:25, 5 minutos antes de que todo acabase, lo
único que le importaba ya era tener una muerte digna y apacible. Aún podía ser
víctima de algún cruel asesino, o podría ocurrir cualquier accidente doloroso,
o un robo que saliese mal… Eran demasiadas las posibilidades de que sus últimos
instantes fuesen angustiosos, de modo que tomó una decisión. 10 segundos antes
de su muerte, no pudo resistir el impulso de bajar rápidamente a la calle. Muy
rápidamente. Sentía el aire en cada parte de su cuerpo. Pero no fue el aire lo
único que rozó su cuerpo. 1 segundo antes de morir, chocó brutalmente contra el
pavimento. Es lo que ocurre cuando alguien salta desde la ventana de un octavo
piso. El suicidio le había parecido la mejor opción. Esos 10 segundos fueron
los más tranquilos que había tenido en todo el día. Más aún, en toda su vida.
Ya no tenía preocupaciones. Se había disculpado por todo lo malo que había
hecho, se había despedido de todos sus seres queridos, había sido una buena
persona. Era todo lo que necesitaba. Y al fin, había resuelto esa terrible pregunta
que no paraba de hacerse: ¿cómo voy a
morir? Toda esa angustia por la incertidumbre acerca de su muerte
desapareció en el momento en el que sus pies perdieron el contacto con esa
ventana.Al fin lo comprendió todo. No tenía que seguir buscando una causa para
su muerte, la causa era la muerte en sí. Si no se hubiese levantando con la
idea de que moriría en 4 horas, seguramente aún seguiría con vida. Pero nada de
lo que había hecho en esas 4 horas lo habría hecho de no ser así. No se habría
realizado como persona. No se habría disculpado, ni se habría despedido como
era debido. Necesitaba hacer todo eso, pero no se dio cuenta hasta que su
subconsciente se lo hizo saber. Inició una cuenta atrás en su mente, porque era
lo que realmente necesitaba. Y una vez hecho todo eso, lo demás era irrelevante.
Sólo necesitaba un último paso para alcanzar la paz y poder decir: Finalmente, soy feliz.
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