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jueves, 17 de diciembre de 2015

Vivimos en un país libre, por Lorentz

Ya no hace falta que nos lo enseñen porque forma parte de lo que nace con nosotros; que vivimos dentro de un sistema “libre”, que se tiene que vivir dentro de él, y que puedes tener unos márgenes para opinar y estar en desacuerdo, pero debes asumir que tienes que vivir dentro del sistema. Del sistema que nos hace “libres”. Pero, ¿Es acaso libre una oveja que puede pastar donde quiera dentro del recinto de su pastor? Desde luego, será feliz si le enseñan que esa poca libertad es toda la que se puede tener. Nos enseñan que la libertad es poder tomar decisiones, y que esto es lo que todo ser humano debe buscar. Pero, ¿qué pasa si un día nos paramos a pensar qué es realmente la libertad?
La libertad es la capacidad de alguien para poder actuar teniéndose a sí mismo como única autoridad. Y sólo siguiendo esto al pie de la letra, el ser humano será capaz de aprovechar lo más valioso que tenemos: la vida. Porque nos dicen que hay que vivir la vida; pero nos manejan como a un rebaño, conduciéndonos por el mismo camino, haciendo que todos acabemos viviendo la misma vida. Porque todos acabaremos trabajando para el estado o para una compañía. Y este hecho en sí no tiene ningún problema; el error está en que la inmensa mayoría no trabajará de aquello que disfruta realmente haciendo. Trabajará de aquello que haya sido considerado “correcto” para ese individuo, de aquello en lo que haya oportunidades en el mercado laboral, o de aquello con lo que pueda ganarse la vida decentemente.
Y cómo es que un individuo es libre, si no puede dedicarse a lo que realmente le apasiona. En el momento en que un individuo tiene que dedicarse durante su vida a realizar un trabajo que no le enamora, el sistema entero está quitándole la libertad. Y habrá gente que trabaje de lo que le apasiona; pero sólo una minúscula parte podrá dedicarse a ello como más disfruta. La mayoría estarán controlados y censurados por sus jefes, directores y presidentes. Individuos concretos que dicen “representar” a un colectivo mucho más amplio, cuando paradójicamente lo único que hacen al mantener una posición elevada es crear una jerarquía, un sistema de clases. Y así, lo que hacen es limitar las libertades de todos aquellos a los que dicen representar.
Porque en el momento en el que una persona opina en el nombre de otras 50, hay 50 personas que son menos libres que otro. Hay uno que decide el futuro de todos cada hora, y 50 que opinan cada 4 años. Toda esa gente puede hacer que las cosas cambien; puede hacer que quien opine por ellos esté más o menos de acuerdo con sus ideales. Pero nunca podrán ser representados por alguien con exactamente sus mismas opiniones. Porque la única persona que concuerda en todo con un individuo, y que por lo tanto puede saber con exactitud qué es lo mejor para él, es el propio individuo. Pero al parecer, un individuo no puede representarse a sí mismo. Nos dicen que esto es imposible. Pero no podemos quejarnos de ello, porque sería salir del sistema, y tenemos que estar dentro de él.

El verdadero sistema en el que todos sus individuos sean libres, es aquel en el que todos sus individuos son iguales. Aquel en el que cada uno se represente a sí mismo y no haya ninguna institución que tome decisiones por ti. Porque el gobierno es la mayor arma contra la libertad de la sociedad moderna, creando leyes que dicen asegurar el “orden público” cuando realmente lo que hacen es crear más prohibiciones. Emparejando la palabra “ilegal” a cualquier cosa que vaya en contra de los ideales del partido en poder, nos encadenan sin que nos demos cuenta: “aborto ilegal”, “manifestación ilegal”, “grabación ilegal” (porque sí; grabar a un policía también es ilegal), etc. Es nuestro deber, como seres humanos que buscan la libertad, despertar y rebelarnos para ser individuos libres. Individuos que no necesitan ni gobierno ni representante. Sólo necesitan sus propias manos y su voz para alcanzar la libertad que todo ser se merece.

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