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domingo, 17 de diciembre de 2017

Pecado y penitencia V: Soberbia

Nunca ha querido ser Doña Perfecta, pero desde niña se ha sentido superior a los demás. A nivel intelectual y a nivel moral, que son los únicos aspectos que importan. Obtuvo su doctorado en arte clásico a la tierna edad de veintiséis años, comenzó como profesora titular en el departamento Historia Antigua dos años después, y fue la primera de sus amigos en llegar a la meta que se había marcado.
También es la única que tiene un piso en propiedad en su zona favorita de la capital -pagado con su propio dinero, sin ayuda de padres o familiares-. Todas las mañanas observa la zona de camino al trabajo con orgullo mal disimulado. Además, viaja con frecuencia, por trabajo o por placer, circunstancia que amplía maravillosamente su visión del mundo; el saberse tan tolerante y culta le hace sentir poderosa. Tiene colegas en los cinco continentes, algo que saca a relucir en las conversaciones cada vez que tiene ocasión. Escribe artículos de profundidad académica gracias a su aguda inteligencia y a largas horas trabajando, a pesar de que intenta disfrazarse con un velo de falsa modestia.
Por todas estas características, despierta admiración, celos y aversión a partes iguales. Sus amigos apenas son capaces de aguantar sus alardes de pedantería. Sus compañeros de trabajo la observan como a un elemento tan hostil como indispensable. Sus alumnos se devanan los sesos para aprobar sus asignaturas, pero no se cortan a la hora de adjudicarle los insultos más humillantes a su espalda. Y ella se siente cautiva y protegida por ese muro de frialdad y condescendencia que ha construido a su alrededor.
La verdad es que, en sus momentos más bajos, anhela sentirse una más entre la masa de ignorantes, pero es incapaz de dejar su posición de pretendida superioridad sin sentir que se rebaja. Desearía encontrar alguien a quien mostrarse por completo, con sus zonas brillantes y sus bajezas, pero contempla a todos los miembros de la raza humana desde una altura despreciativa.
En realidad, sabe que no es superior a nadie. Se siente aislada y perdida.

No hay posibilidad de redención, no existe condena. En el pecado va la penitencia.       


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