Me
gustaría empezar diciendo que siempre me he considerado atea. No
tanto por falta de fe si no por asqueamiento hacia las instituciones
que se dicen “proveedoras” de esta. En mi opinión, la religión
desde sus comienzos hasta los tiempos presentes, se ha utilizado como
instrumento de dominación del pueblo.
Una
vez dicho esto. Al empezar a indagar más en cuestiones metafísicas,
he de decir que más por obligaciones académicas que por propia
voluntad, he encontrado en mi misma bastantes contradicciones
respecto al concepto de alma. Contradicciones basadas en lo que se
conoce convencionalmente como alma y en lo que es mi verdadera
concepción de este concepto,
No
me gusta la utilización que se ha dado de esta palabra como algo
puro y limpio que tenemos que conservar así para que después de la
vida terrenal podamos vivir utópicamente en realidades
trascendentales del “más allá”. Pues, en mi opinión, han
convertido un concepto bonito en, otra vez, siguiendo la costumbre,
un instrumento de embobamiento y control de la población.
Sin
embargo, para mí el alma es mucho más que es eso. El alma somos
nosotros. Pues al contrario de lo que mucha gente afirma que lo que
nos hace distinguibles y únicos es la sustancia, es decir, la
materia, yo pienso que el alma nos distingue los unos a los otros y
nos hace ser como somos y actuar como somos.
El
alma nace con nosotros, pero nace totalmente en blanco sin ideas
innatas y sin condicionamiento alguno. Y somos nosotros los
responsables de construirla a través de enseñanzas, errores,
experiencias… Se puede decidir por miedo o por comodidad,
olvidarla, hacer que no existe pero esto es lo que crea lo que a mi
me gusta llamar “los hombres grises” (Momo, los personajes que
roban el tiempo). ¿Por qué hombres grises? Porque viven por y para
el trabajo, sin esperanza alguna y en conclusión, sin alma y vida.
No
quiero creer que solo somos átomos bien alineados, pues si solo
fueramos esto, seriamos, al fin y al cabo, todos iguales (exceptuando
el físico).
Tampoco
creo, y quiero dejar esto claro, que cuando morimos este alma sube a
algun mundo y no deja de existir nunca. Creo que el alma desaparece
con nosotros, en el momento de la muerte. Pero, esa idea es la que
más me gusta de todas porque es lo único que es nuestro y solo
nuestro, que nadie nos roba y que no es eterno, si no efímero como
la vida.
En
conclusión, el alma somos nosotros. Nuestras experiencias y
pensamientos. El alma en sí, es nuestra vida.